Crítica Camino: hermoso, brutal y siniestro cuento de hadas 19 de Marzo de 2009
Título: Camino
Año: 2008
Duración: 143 minutos
País: España
Director: Javier Fesser
Reparto: Nerea Camacho, Carmen Elías, Manuela Vellés, Jordi Dauder, Mariano VenancioGuión: Javier FesserMúsica: Mario Gosálvez y Rafa ArnauFotografía: Alex Catalán
Enlace para verla directamente:
http://www.megavideo.com/?s=seriesyonkis&v=L2163YGF&confirmed=1
Javier Fesser, triunfadora de la pasada edición de los premios Goya con seis galardones (mejor película, director guión original, actriz, actor de reparto y actriz revelación), pero no por dudar de las prometedoras cualidades de un film desgarrador, sino por el imprevisible efecto personal que la contemplación de una historia relacionada con la explotación del dolor infantil por parte de una asociación de dudosa reputación como el Opus Dei pudiera tener en este comentarista. Una vez superada la fase en la que el marketing y las descalificaciones gratuitas de quienes, obviamente, no han visto la película, es tiempo de acercarse a Camino sin prejuicios y atendiendo únicamente a lo que hay en su metraje.Y lo que hay es una historia que resulta a la par amable y terrorífica, realista y fantástica, veraz e inverosímil, tras el retrato, inspirado en hechos reales, de la enfermedad y muerte de una niña cuya madre es miembro del Opus Dei. Contada con un paralelismo milimétrico, gracias a un guión intachable, entre la construcción habitual en los cuentos clásicos (princesa, príncipe azul, amigo fiel, bruja, ogro, etc.) y la narración de horror más descarnada, consigue emocionar y aterrorizar con el retrato fiel, creíble, exacto, y lo que es más importante, objetivo, de la realidad cotidiana de una secta religiosa que a través de la manipulación de los sentimientos utiliza a las personas en beneficio de la consolidación de una forma patológica y demencial de vivir la fe.
La película, que presenta los hechos de manera objetiva (quienes la han criticado por atacar al Opus Dei todavía tienen que demostrar que lo enseñado en la película, discursos, actitudes, relaciones y demás características de la Obra mostradas en el film, no son tal y como la película dibuja; en estas críticas han sobrado insultos y descalificaciones y han faltado pruebas y argumentos), tiene además la virtud de no acudir a imágenes impactantes, creaciones fantasiosas o mundos imaginarios, para conseguir provocar miedo y terror: le basta la propia realidad, en esta ocasión con el retrato fiel de un mundo de fanatismo, irracionalidad y control abusivo que sabemos existe a nuestro alrededor y que resulta tanto más terrible cuanto cotidiano y asumido por una sociedad que tolera a sectas religiosas reconocidas comportamientos, actitudes y prácticas que cruzan la línea de lo tolerable y que, además de ir contra el propio sentido moral que pretenden defender, son censuradas sin rebozo alguno en cualquier otra clase de organizaciones políticas, religiosas o ideológicas a las que se tilda peyorativamente, y probablemente también con razón, de sectas.
Conviene hacer la salvedad de que la película no cuestiona en ningún momento la idea de dios ni el concepto de fe, sino que incide en la asunción patológica, sectaria y enfermiza de ambas ideas, tratándolas precisamente con respeto y desde un punto de vista más sano, edificante y neutro que quienes hacen bandera de ellas para el sostenimiento de sus negocios.
Destaca, además de una estética bellísima que explota la doble naturaleza, religiosa y siniestra, de una iconografía cristiana tan amante de la vida como siniestra en su reflejo del miedo, el horror y la muerte, el poder interpretativo de los actores, la impresionante Nerea Camacho, la eficiente, sublime, Carmen Elías, y el frío, metódico, burocrático en su tratamiento de la fe y el amor a dios Jordi Dauder. Mención especial, eso sí, para Mariano Venancio en su magistralmente emotiva y contenida creación del papel de un padre amoroso, devoto de una hija que sufre (el único al que parece importarle su sufrimiento, de hecho) y que entre resignado y dolorido asiste al circo de mercadotecnia y fabulística cristiana que rodea la enfermedad de su hija, un horror al que lleva asistiendo toda su vida presidido por la manipulación, la falsedad y una forma mentalmente putrefacta de entender la vida.
Una película que, a pesar de su desgarradora presentación del dolor en sus múltiples formas, es uno de los mayores y mejores cantos a la vida jamás rodados en el cine español. Aunque esta afirmación sólo la entenderán quienes no vivan consumidos por la enfermiza idea de que vinimos a la vida para sufrir, los mismos que son incapaces de entender una frase muy sencilla que ellos mismos repiten hasta la saciedad: que dios, o la idea de dios, si no es amor, en sentido amplio, no tiene sentido.

A mi em va agradar moltíssim, es una clara historia de manipulació i control del sistema religiós,(la germana de la protagonista és també una víctima, al igual que el pare). Deixa palpable com no més veiem això que volem veure, com a cada pas que guanya la religió és un pas en rere de la llibertat. El fanatisme és fanatisme encara que se’l maquilli amb bondat.
ResponderEliminarSagrario