miércoles, 14 de octubre de 2009

A LA SOMBRA DE UN ÁRBOL. ANTONIO CENTENO.

Hace algunos años escribí un breve artículo para esta misma revista. No era un relato neutro, intentaba transmitir optimismo y entusiasmo; estudiar en la universidad era posible incluso para alguien de familia obrera y con un certificado de “minusvalía de grado 100%”. Sentía orgullo, era un “minusválido excelente”. Escasa reflexión crítica sobre el altísimo coste humano y económico que para mí y para mi familia había supuesto. Nos da una cierta vergüenza inconsciente verbalizar que estamos discriminados y oprimidos, todo nuestro esfuerzo es demostrar que podemos hacer cosas, dar una imagen positiva. No obstante, algo chirriaba en lo más hondo de mis pensamientos, pero no conseguía darle forma y articularlo en un discurso racional que me permitiese estructurar las ideas y analizar mis sentimientos.
El día que, gracias a una iniciativa de la Fundació Institut Guttmann, escuché hablar a Javier Romañach (cofundador del Foro de Vida Independiente), Sean Vasey (autora del libro sobre asistencia personal que se presentaba en aquel acto) y Adolf Ratzka (iniciador del Movimiento de Vida Independiente en Europa), toda esa espesa niebla mental asentada durante casi 20 años se disipó al instante: ni yo era un objeto defectuoso que tuviera que redimirse ni tenía ninguna necesidad especial. Era la sociedad la que estaba mal, la que tenía que cambiar para que todas las personas pudiéramos satisfacer, equitativa y libremente, unas necesidades que ciertamente son comunes a todos. Mi cuerpo funciona de una manera que es estadísticamente poco frecuente, pero eso es normal; lo intrínseco a la condición humana es la diversidad, no la uniformidad.
Aprendí a expresar el enorme coste humano y económico que para mí había supuesto “adaptarme a la sociedad” en términos de violación sistemática de derechos humanos, aprendí a aceptarme no con la resignación del que se autopercibe como una imperfección irremediable sinó con la alegre paz del que se sabe expresión intensa de la diversidad como honda cualidad humana, aprendí a reconocer a mi familia no como víctimas de mi esclavizante físico sinó como damnificados de un sistema social atávico y cavernario, aprendí a identificar el colectivo de personas con diversidad funcional como uno de los grupos humanos más profundamente oprimido y discriminado. Aprendí, aprendí y aprendí...y tomé una decisión: se acabó ser una dulce y sumisa esposa para que mi comprensivo maridito me dé un poco más de dinero, se acabó ser un productivo y disciplinado negro para que el benevolente amo del algodonal me permita sentarme un rato a la sombra de un árbol...se acabó. Ya no busco migajas de mi vida, quiero mi vida entera, quiero ejercer plenamente el poder y la libertad de organizar y dirigir mi día a día, quiero asumir la misma responsabilidad y control sobre mi propia existencia que asumen para sí las personas sin diversidad funcional.(…)

AQUEST PARÀGRAF PERTANY A UN TEXT QUE PODEU TROBAR, ENTRA D’ALTRES, AL BLOG DE L’AUTOR, L’ANTONIO CENTENO QUE VA INICIAR-SE L’ANY 2004 A L’ACTIVISME SOCIAL DEL MOVIMENT DE VIDA INDEPENDENT I, POSTERIORMENT, A L’ACCIÓ POLÍTICA.
APROFITANT QUE EL 19/10 TENIM LA XERRADA DELS MEMBRES DEL "FORO DE VIDA INDEPENDIENTE", REMARCO AQUEST PARÀGRAF PERQUÉ M’HA IMPRESIONAT COM NARRA LA REFLEXIÓ, EL DESPERTAR, DEL SEU PENSAMENT. POTSER, AL LLEGIR-LO, SURGEIXEN DUBTES, PREGUNTES... O POTSER ENS SENTIM MÉS PROPERS, MÉS RECEPTIUS.
COMISSIÓ D'INFORMACIÓ: Ester Florensa, Patricia Martinez, Laia Planas i Mireia Juncosa.
http://antoniocenteno.blogspot.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario